Este texto representa las fases de como vamos creando las partes conflictivas de nuestro yo. Lo primero que sucede es que mi entorno me hace ver y sentir que ser quien soy es peligroso para mi supervivencia. Carezco de herramientas para saber sobrellevarlo. Entonces me desconecto de mi para evitar sentir dolor y dejo mi autenticidad para protegerme, ya que la ser yo es peligroso. Debo ocultar mi ser para sobrevivir pero al ocultarlo se generan vacíos en mi interior, espacios que lleno con emociones que sustituyen las cualidades que perdí.

 

Estas emociones son de supervivencia y se vuelven recurrentes en mí, llenan el vacío de mi esencia y satisfacen el potencial y el movimiento esencial dormido. La rabia mueve pero no es la fuerza, la tristeza relaja pero no es la paz, el miedo nos mantiene seguros pero no nos da la libertad de vivir.

 

A pesar del estrés que genera funcionar desde estos patrones sustitutos, es mucho más doloroso sentir mis vacíos internos, por esto, inconscientemente establezco creencias para sostener y justificar esas emociones que tengo aunque me compliquen. De esta forma ya no siento los vacíos dolorosos que se crearon al reprimir mi esencialidad.

 

Estas creencias crean mi yo, que no es lo que soy pero protege lo que soy. Esas mismas creencias crean mi realidad, mi forma de accionar y reaccionar ante ella. Todo lo que está en mi vida proviene desde el proteger lo que soy en verdad y tal como esas protecciones fueron creadas por amor propio, para proteger lo más sagrado de mi, desde ese amor esas protecciones crean la realidad perfecta para hacernos ver en que aspecto de nuestro yo debemos trabajar para poder liberar esos factores esenciales reprimidos, para por fin poder fluir en libertad desde un libre ser.